domingo, septiembre 23, 2007

PORQUE ALGUNOS DIAS DESCUBRIMOS QUE NOS LEEN

Está lloviendo, no uno de esos aguaceros tropicales que gritan amenazantes cuando el agua golpea la cañabrava o las grandes hojas del platanal. La lluvia de hoy es suave, rítmica, arrulladora.

Todavía retumba la risa, la de ahora en la tarde, la que salió de mis entrañas, de sus entrañas. Entre trapos, estopa, agua jabonosa, copao (Rubbing Compound en paisa –una de esas ricuras de nuestra lingüística), estaba el amor, Amor, porque creo que se merece la mayúscula. El Amor nuevo, el viejo, el tranquilo, el Amor-susurro, el Amor-abrazo, el Amor-sonrisa. Y con cada caricia de la estopa contra el azul manchado -chocado, estrellado, pelado, desteñido- de mi carro nuevo, respiraba una bocanada de ese amor y pensaba, pensaba mucho, tanto. No pude dejar de pensar, ni siquiera la rodilla desnuda contra el pavimento áspero sirvió para alejar el pensamiento. No pude dejar de sentir.

Y sentí.

La lluvia empieza a sonar a canción de cuna, el frío a abrazo y el trapo, la manguera, el copao, la cerveza y la risa, en el recuerdo, adquieren sabor a beso.

No hay comentarios.: