martes, julio 31, 2007

AHORA QUE LO PIENSO


Más bien hago un manual de cómo soy, pa que cuando llegue alguien no sólo sepa de antemano a mí que no se me hace, sino que tenga clarísimo a qué atenerse, qué hay detrás de estas gafas que, a propósito, me hacen ver más grande la nariz (espero que sean las gafas y no que llegué a esa edad en la que la nariz y las orejas alardean sus hormonas de crecimiento eternas mientras las tetas se hacen cada día más chiquitas).

A mí, por ejemplo, como acabo de notarlo ahora que me vi obligada a describirlo, todo el mundo me cae mal hasta que me demuestre lo contrario. Lo malo (o bueno) del asunto, es que suelen demostrarme lo contrario muy rápido... pero no me estresa mayor cosa, porque sé, porque me lo han dicho, lo he visto, lo he sentido, que también le caigo mal a todo el mundo hasta que le demuestre lo contrario (y suele tomarme un buen tiempo eso de aplicarle método científico a mi existencia).

Además, a mí las cosas que no me gustan terminan gustándome, incluso me acusan de tener una incapacidad innata de reconocer qué no me gusta y qué no quiero, es decir, en cristiano, que algunas veces cuando afirmo con vehemencia que algo no me gusta, en realidad es que no quiero de ese algo particular en ese preciso momento.

Fumo... eavemaría, como lavandera mueca... aunque sé que tengo que dejar este vicio de ser chimenea antes de que sea demasiado tarde, pero si me pongo a pensar mucho empiezo a creer que ya es demasiado tarde, que ya estoy envolviendo la cuerda, que parezco un yoyo que no va a ninguna parte fuera de arriba y abajo, entonces puede que siga fumando como lavandera mueca a ver si por fin empacamos maletas y nos vamos.

Y no hablo en plural por tener personalidades múltiples, no es que ignore al obrero que llevo dentro, el que echa piropos guaches a diestra y siniestra, sino porque queda como maluco eso de empacar en primera persona, da la sensación de ser demasiado temerario.

Tan temerario como llevar ya dos años en un mismo trabajo, con paréntesis de seis meses para explorar otros terrenos narrativos y propiciarme una hernia hiática, que no cuido porque amo la comida picante y tomo whisky mínimo tres veces a la semana.

Y me gusta amar con palabras, algunas veces por puro amor y otras pa no tener que comprometerme adentro, me vuelvo escribiente de mi misma, me construyo un personaje y se lo vendo al otro... aunque cuando amo de verdad, también amo con palabras... para el lector anónimo puede resultar difícil entender la diferencia y no suelo dar ninguna pista a este respecto... si, un poquito de prepotencia.

No soy orgullosa, pero no perdono. Suena complicado, pero me molesta que me odien, me molesta sentir odio, así que olvido las injurias y continúo con mi vida, saltando en la pradera, cogiendo mariposas, sonriendo. Hasta que el conejito de los simpson es aplastado y aparecen las miles de injurias una a una, presionando, atacando, golpeando. Aunque tampoco pego, nunca he pegado y nunca me han pegado (salvo cuando tenia 12 y le pegué un botellazo -de plástico- a mi primita Ana María, que le sacó el aire, un grito y un odio que, afortunadamente, también se le quito rapidito).

Muy complejo... ah, me gusta la torta de chocolate antes de meterse al horno y las galletas me dan gastritis.

lunes, julio 30, 2007

CATARSIS

¿Qué tal que pudiera hacerme un listado de mandamientos, algo así como un manual de qué no se me hace, de qué no debo dejar que me hagan, que se sume a las miles de leyes que tengo grabadas en mi ADN y que me dicen qué no debo hacer?

Sería difícil construirlo, porque pelearían la psicología, el mercadeo y las buenas maneras, lo que llaman la educación y el consabido silencio que la acompaña. Pelearían las ganas de gritar que a mí nunca se me dice que se enseñaron a estar sin mí, que a mí nunca se me tiene que sacar un rato escurrido en una cronología ajena, que a mí nunca se me llama sólo cuando las funciones fisiológicas están dándole un respiro a la agenda telefónica, que a mí nunca se me deja para mañana, para después, para cuando haya un ratico libre o un sueño inconcluso pataleando en una cuna de caña brava, que a mí nunca se me deja con una confesión en la boca, un nudo en la garganta y una clase por delante, que a mí nunca se me deja esperando oír un ringtone para escuchar un hasta mañana ya gastado, ya costumbre.

Estos gritos pelearían con el estropajo de mercadeo y buenas maneras que tengo metido en la boca, con las lianas de razones, justificaciones y perdones que me amarraron los brazos para no salir flotando, con esta necesidad de no tener que gritarlo nunca que tengo hirviendo en agua de ruda para tomarme la aromática, con el miedo a oír mi voz entre la selva de silencios, de ver cerrarse un camino que ya hasta letrero con calavera tiene en la puerta.

Pero, sobre todo, pelearían con este sentimiento de amor eterno, con estas ganas de que todo sea un dejavu mal vivido, de que llegue por fin la noche en que encuentre un carro más en el parqueadero, de que vea zapatos de otra talla en el closet, de que encuentre un cepillo de dientes más. Pelearían con lo que siento y tengo que seguir sintiendo, porque entre las miles de normas de mi ADN, están prohibidos los abortos, y dejar de sentir ahora, así, abruptamente, sería el peor de todos.

UNA CARTICA


Puede que sea porque ando con el estrés alborotado, situación que espero se resuelva mañana cuando entreguemos la campaña, o porque anoche mientras por fin me leía "Mujeres que corren con los lobos" me enteré de un tal sueño del depredador, supuestamente recurrente en las mujeres y que yo nunca había tenido, y pues claro, con el inconciente colectivo en su cúspide de la obediencia, no fue sino que me durmiera para que me despertara la pesadilla del depredador, versión Veroniquesca: un secuestro, muy dialogado por cierto.

Aunque también puede que sea falta, pura y legítima falta de esa que le da a uno cuando da una vuelta en la cama y no hay un otro ahí que evite la caída contra la realidad de estar solo; de la que le pone a uno los nervios de punta porque ni las tres cobijas ni el perro abrazado ayudan a quitar el frío, de la que se siente al ver el closet lleno de ropa talla 10 y zapatos 39 y de la que se escucha cuando hace días que las palabras en diminutivo desaparecieron del léxico.

O puede que sea ausencia de volumen los domingos, cuando los oídos sólo oyen la quebrada allá a lo lejos o el televisor al frente y ni qué decir de todo el sistema diseñado para hablar, usado sólo para comunicarse en voz alta con el perro, el del abrazo, o para responder escuetamente una llamada telefónica.

Puede que sea una mezcla de todo, pero hoy amanecí con ganas de escribir (te). De ver (te). De sentir(te).

lunes, julio 23, 2007

EN RESUMIDAS CUENTAS

Una mirada, un titubeo, otra mirada, una sonrisa, dos días, otra mirada, una sonrisa, ahora de cerca. Dos labios, cuatro. Otra mirada, la distancia, un recuerdo, el reloj y el segundero. Una sonrisa, un pensamiento, otro beso, una mesa, una pared y, de fondo, música.

Una cerveza, otra mirada, otro beso, la sorpresa, dos manos, dos cuerpos, una sonrisa, un beso, una noche entera, cinco días. Una mirada, una certeza, una sonrisa, dos cuerpos, una noche eterna, 700 días, dos manos que se entrelazan y, de fondo, música.

Una mirada menos, una sonrisa al día, dos manos, dos cuerpos, un beso, cuatro labios, ocho. Una mirada, un titubeo, otra mirada, una lágrima, una sonrisa, ahora de lejos. La distancia, el recuerdo, una sonrisa, un beso menos y, de fondo, música.

Otra cerveza, una mirada, ningún beso, la sorpresa, una mano, otra, un cuerpo, una sonrisa, un segundero, un titubeo, un peso. Un silencio, una mentira, otro titubeo, una distancia y, de fondo, nada.

...
...
...

Una mirada, un titubeo, otra mirada, una sonrisa, dos días, otra mirada, una sonrisa, ahora de cerca. Cuatro labios, un beso, otra mirada, otra mesa, un pensamiento, la pared y, de fondo, música.

sábado, julio 21, 2007

La ficción y yo

He hecho de mi vida una película de ficción – y no una muy taquillera. No sé. Los personajes que la habitan fueron construidos por mí, todos. La pareja perfecta, la hija que aún no ha nacido, el amor que se fue una y otra vez – encarnado en la pareja perfecta, en la no tan perfecta, en la imperfecta del todo y así hasta llegar al primero de los amores. ¿Amores?
En el fondo aún no entiendo la trama ni la subtrama. No sé hacia dónde va, cuál es el siguiente punto de giro. No sé reconocer a las personas, distinguirlas de los personajes. No sé o no quiero hacerlo, aunque cada una de ellas, en su debido momento, ha matado, asesinado a sangre fría al personaje que encarna. La sangre del último asesinato todavía está fresca; aún lo resiento, cada mañana, cada segundo. Tengo que mejorar el proceso de casting o dejar de construir personajes. Quizás sea mejor que la hija, el hijo, que no ha nacido, que no se ha concebido, nunca lo haga, así el personaje no entrará en la historia y ninguna actriz, ningún actor, podrá matarlo al tratar de encarnarlo. Aún está por verse.
Pero primero tengo que descubrir la trama, para saber qué paso dar, hacia dónde ir.

miércoles, julio 04, 2007

SUELTA MI MANO

No he pagado los derechos, pero es sólo un préstamo, como cuando uno parafrasea a un amigo porque su dicho de siempre queda perfecto para la ocasión. Así que señores de Sin Bandera, préstenme la canción un ratico y déjenla a ella decir lo que no me atrevo.