lunes, julio 30, 2007

UNA CARTICA


Puede que sea porque ando con el estrés alborotado, situación que espero se resuelva mañana cuando entreguemos la campaña, o porque anoche mientras por fin me leía "Mujeres que corren con los lobos" me enteré de un tal sueño del depredador, supuestamente recurrente en las mujeres y que yo nunca había tenido, y pues claro, con el inconciente colectivo en su cúspide de la obediencia, no fue sino que me durmiera para que me despertara la pesadilla del depredador, versión Veroniquesca: un secuestro, muy dialogado por cierto.

Aunque también puede que sea falta, pura y legítima falta de esa que le da a uno cuando da una vuelta en la cama y no hay un otro ahí que evite la caída contra la realidad de estar solo; de la que le pone a uno los nervios de punta porque ni las tres cobijas ni el perro abrazado ayudan a quitar el frío, de la que se siente al ver el closet lleno de ropa talla 10 y zapatos 39 y de la que se escucha cuando hace días que las palabras en diminutivo desaparecieron del léxico.

O puede que sea ausencia de volumen los domingos, cuando los oídos sólo oyen la quebrada allá a lo lejos o el televisor al frente y ni qué decir de todo el sistema diseñado para hablar, usado sólo para comunicarse en voz alta con el perro, el del abrazo, o para responder escuetamente una llamada telefónica.

Puede que sea una mezcla de todo, pero hoy amanecí con ganas de escribir (te). De ver (te). De sentir(te).

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se bien como llegué a este blog. [la suma de todas las casualidades]

Yo misma vine aquí a Medellín a enfrentarme por fin a la soledad...una cosa que uno tenía por dentro y la había estado ignorando, posiblemente porque nadie alcanza a tocarsela.

El miedo a caerme de la cama ya lo superé. Ahora me falta enfrentarme sin el brazo de apoyo a salir a la calle, montarme a un bus, nadar, comer, caminar, percibir.

Que bien se siente encontrar alguien que está en las mismas y mirando hacia adelante. Buscando la salvaje interior.