Quizás la película cuyo nombre me parece más bonito es "El Secreto Encanto de la Burguesía", así no me haya visto más de cinco minutos saltados cuando estaba en la maestría; todavía no sé por qué no he visto más, tal vez sea miedo a que el nombre pierda todo su encanto cuando represente algo. Igual me pasa con el nombre favorito de libro, "La insoportable levedad del ser", tampoco lo he leído, pero no puedo pasar por una biblioteca –de esas de casas, hechas con tablones en los que reposan, se empolvan, los libros-, sin pronunciar el nombre en voz baja, para mí. Como tampoco puedo dejar que termine un comercial de Beringer Ingelheim sin que me atreva a decir esta difícil palabra en voz alta. También me gusta cuando te acabas el aire de hablar de corrido, cuando das la sensación de palabras desgarradas que tienen un límite de tiempo para huir de ti, cuando hilas tus pensamientos con una lógica extraña que termina teniendo sentido, cuando pierdes el aliento y se te olvida que puedes detenerte a tomar aire; cuando pasa lo mismo con los besos, con las sonrisas, con las lágrimas, con los abrazos, con tus manos, con tus ojos que no paran de buscarme.
Me gusta cuando estás tan viva que se te sale la vida de las manos.
martes, marzo 18, 2008
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