Como ahora resulta que cualquiera que pase por la cuadra y se asome a la ventana y lo vea a uno en plena hora de almuerzo tiene la capacidad de reconocer si la tajada está madura, pintona o verde y de saber si el arroz quedó mojado o está seco, me dijeron ayer que yo amaba con palabras, de labios pa´fuera. Todavía no sé si eso significa que de la ventana pa´ allá se ve si la carne está quemada o si es sólo rabia de caminante, un elogio camuflado, una envidia termino medio. Pero es cierto, amo con palabras y son más las palabras que dejo de decir que las que digo y aman más las primeras que las últimas, porque se escuchan más duro aunque no aturden y se graban para siempre en la fonética de las alacenas.
Ahora resulta que todos los transeúntes se creen invitados a la mesa y me obligan a pasar de ser lo que soy a ser mesera. Pero no voy a cerrar la ventana, más bien espero a que cierren la cuadra. Y mientras tanto sigo amando con palabras, porque mientras haya sopa en la nevera, tengo mucho por decir, de labios pa´fuera y alma pa´dentro.
miércoles, enero 31, 2007
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