martes, marzo 18, 2008

Por sus gustos los conocereis

Quizás la película cuyo nombre me parece más bonito es "El Secreto Encanto de la Burguesía", así no me haya visto más de cinco minutos saltados cuando estaba en la maestría; todavía no sé por qué no he visto más, tal vez sea miedo a que el nombre pierda todo su encanto cuando represente algo. Igual me pasa con el nombre favorito de libro, "La insoportable levedad del ser", tampoco lo he leído, pero no puedo pasar por una biblioteca –de esas de casas, hechas con tablones en los que reposan, se empolvan, los libros-, sin pronunciar el nombre en voz baja, para mí. Como tampoco puedo dejar que termine un comercial de Beringer Ingelheim sin que me atreva a decir esta difícil palabra en voz alta. También me gusta cuando te acabas el aire de hablar de corrido, cuando das la sensación de palabras desgarradas que tienen un límite de tiempo para huir de ti, cuando hilas tus pensamientos con una lógica extraña que termina teniendo sentido, cuando pierdes el aliento y se te olvida que puedes detenerte a tomar aire; cuando pasa lo mismo con los besos, con las sonrisas, con las lágrimas, con los abrazos, con tus manos, con tus ojos que no paran de buscarme.

Me gusta cuando estás tan viva que se te sale la vida de las manos.

viernes, marzo 14, 2008

Mai Roud tu Guguel

Hoy descubrí (pues así como que descubrí descubrí, no. Más apropiado decir que hoy fui víctima de un correo electrónico que me tiene llena de envidia, pero sigamos creyendo que descubrí pa que la frase que empecé antes del paréntesis tenga sentido) cómo se trabaja en google y llegué a una conclusión: QUIERO SER UNA GOOGLER.

Después de engordar los siete kilos reglamentarios, de pasarme varias horas en el gimnasio para tratar de rebajarlos, de jugar con un entorno que se parece al parque para niños que había en el Centro Internacional del Mueble cuando yo era chiquita (un mini disney en mi memoria), de crear y producir y reír y jugar y descansar, de asistir a los masajes -con el bono que me den por mi cumpleaños- y de ver mi carrera profesional en ascenso, mientras desciendo en tobogán a la zona de juegos, empezaría a sentir lo nunca antes sentido (salvo en ocasiones como Navidad -de los 2 a los 10 años-, vacaciones -cuando eran viajes a la costa en carro- o el primer día de colegio de toda la vida), lo jamás imaginado, lo insospechado:

- Ganas de dormirme para que sea rápido mañana y poder ir a trabajar
- Pereza de que sea domingo porque si estuviera en la oficina, estaría tomando malteada y jugando billar en lugar de estar tirada en la cama como una marmota.
- Una necesidad imperiosa de evitar las vacaciones para poder quedarme en ese espacio mágico que se parece a los cuentos de cuando uno estaba chiquito.

Estos pensamientos me llevan a formular, desde hoy, MAI ROUD TU GUGUEL.. ¿Quién sabe a dónde me llevará? Ojalá sea a Google o a algo que se le parezca.

PD. SI ES USTED UN GOOGLER, QUIERO QUE SEPA QUE:
QUIERO SER COMPAÑERA DE TRABAJO SUYO
HABLO INGLÉS O CREO QUE HABLO INGLÉS
Y SOY HASTA LO MÁS DE QUERIDA EN EL FONDO.

lunes, marzo 10, 2008

¡Qué pesar! Tan chiquito y tan muerto.

Pensamiento poco inteligente (pero con sabor extraño) que me sorprendí teniendo cuando vi la foto de un niño masacrado por la guerrilla.

miércoles, marzo 05, 2008

Verónica qué

A mí me tocó un apellido común y corriente, de esos que no dicen nada, que no tienen inscrito un inevitable futuro artístico ni una cualidad de la personalidad ni un destino geográfico. No como a Lina la nueva que le tocó apellidarse Gracia, qué responsabilidad tan grande la que tiene con semejante apellido.

Mi apellido común y corriente, salvo por el personaje de nuestra historia que lo llevó por el mundo y lo volvió sinónimo de esa Colombia que rechazan todos, ha pasado desapercibido: yo no he hecho con él mayor cosa, fuera de ser casi siempre la número 11 en la lista, después de tantos Arias, Aguilares, Arangos, Arcilas, Betancures, Boteros, Berríos, Casas, Cruces, Días y Dominguez.

A veces quisiera haberlo hecho notar más, a veces quiero que siga en silencio, que no me vea tentada a hablar de la sospechosamente perfecta y lastimera fotografía de Ingrid Betancur, que no sienta que tengo que expresar que los colombianos deberíamos movilizarnos todos hacia la frontera con Venezuela, vestidos de blanco y de clavel en mano, sólo para demostrarle a Chávez que nosotros cuidaremos nuestra patria, que los colombianos tenemos otra manera de hacer las cosas; que no tenga la necesidad de gritar que la extrema derecha tampoco es la respuesta, que el capitalismo también oprime, que la pobreza que se vive en Colombia es absurda y alcanza límites insospechados para ese 20 % de la población que lo tiene todo, menos la intención de ayudarnos a todos a salir de la crisis, de todas las crisis.

Pero no he hecho mayor cosa con mi apellido, guardo silencio aunque termine metiéndole más presión a esta olla atómica de mi adentro