domingo, septiembre 30, 2007

¿SABÉS?

¿Sabés? Si yo pudiera, también me iría de viaje. Arrancaría ahora mismo por el camino que lleva a conquistarte. Te regalaría una palabra cada día, una bien escogida, pensada para vos. Una que te quedara perfecta, como una camiseta nueva de esas que tanto te gustan. La escribiría grande y muchas veces, para que no se te olvidara nunca. Y así, de mes en mes, hasta terminarte una historia y hacerte su protagonista.

¿Sabés? Si supiera, hasta te haría un mapa de retorno, para que encontraras el camino que te trae de vuelta, para que quisieras verme. Lo llenaría de dibujos, de esos pequeños de cartografía; esos dibujitos de hospital, de iglesia, de aeropuerto, de vía principal y de autopista , de restaurante y de gasolinera. Y el mar lo haría lindo, sería azul, azul profundo. ¿Las montañas? Las montañas ni hablar, dibujaría su relieve, sus valles, sus ríos.

¿Sabes? Si me quedara posible, me iría a recorrerte. Me haría grande para vos, me haría única, transitable, líquida, profunda. Me volvería extensa, incalculable o diminuta, me haría aire.

¿Sabés? Si existiera la opción, hasta me haría otra para vos. Pero soy yo, es inevitable serlo, me gusta serlo, qué hacemos si me gusta.

Y ¿yo?... Yo no te recorro, yo no te conquisto; yo, definitivamente, no te traigo de vuelta. Así que para qué irme, para qué escribirte, para qué dibujarte, para qué quedarme.

domingo, septiembre 23, 2007

Que decires # 1

- Hace mucho no escribía... Hoy no quiero dejar de escribir.

- Siempre que paso frente al cuadro que le regaló Luis Roberto a mi papá, veo a un señor medio desnudo sobre un huevo frito. Siquiera no soy crítica de arte.

- Casi todo lo que he leído, me lo han prestado (y lo he devuelto) ¡Maldita sea!

- Cumplí años y hasta se me olvidó celebrármelo en el blog. Happy B-Day a mí.

- Uno puede enamorarse a la fuerza, aprender a enamorarse, puede hasta creer que se enamora. Pero la mirada lo delata.

- ¿Dónde aterriza la tristeza cuando es lanzada en un silencio muy vacío? (Pero hoy estoy feliz, así que no viene al caso).

REFLEXION DE 10 PM

El amor es a veces como un niño chiquito: camina con pasitos corticos e inestables, se tambalea, se cae, se pone de pie y lo mira a uno, fijo a los ojos, hace un puchero, deja escapar un sollozo y uno se acerca para ver que todo está bien y el amor-niño pega un grito, un llanto desconsolado, descontrolado.

Entonces se pone de pie, con ayuda de uno, y él solito da otro paso, se tambalea una vez más, pero extiende sus manos y encuentra el equilibrio, el suyo, y suelta una carcajada, contagiosa, amplia, honda, hasta que se seca, literalmente se seca de la risa y vuelve la mirada y el sollozo que sigue al puchero y el amor se cae, esta vez del puro miedo. Y lo mira a uno como si uno fuera el culpable, uno que lo ama, que lo vio nacer, que lo ha cuidado con esmero, que hasta leche de esa cara le ha comprado, que deja de dormir con tal de verlo descansar tranquilo.

Y uno cree, teme, que el amor se va a morir de furia o de seguir seco. Entonces él lo agarra a uno de las piernas, se pone de pie y estira los bracitos para que uno lo cargue y empieza a sonreír entre sollozos, hasta soltar una carcajada limpia, lo aprieta a uno con todas sus fuerzas, como si quisiera atravesarlo, y uno se convierte entonces en un niño chiquito, ahora es uno el que sonríe, el que se tambalea, el que llora, hace pucheros, suelta carcajadas contagiosas, se cae y se seca y ahora es el amor el que se hace grande y lo abraza a uno y lo tranquiliza y le compra leche de esa cara y se trasnocha con tal de verlo descansar a uno.

PORQUE ALGUNOS DIAS DESCUBRIMOS QUE NOS LEEN

Está lloviendo, no uno de esos aguaceros tropicales que gritan amenazantes cuando el agua golpea la cañabrava o las grandes hojas del platanal. La lluvia de hoy es suave, rítmica, arrulladora.

Todavía retumba la risa, la de ahora en la tarde, la que salió de mis entrañas, de sus entrañas. Entre trapos, estopa, agua jabonosa, copao (Rubbing Compound en paisa –una de esas ricuras de nuestra lingüística), estaba el amor, Amor, porque creo que se merece la mayúscula. El Amor nuevo, el viejo, el tranquilo, el Amor-susurro, el Amor-abrazo, el Amor-sonrisa. Y con cada caricia de la estopa contra el azul manchado -chocado, estrellado, pelado, desteñido- de mi carro nuevo, respiraba una bocanada de ese amor y pensaba, pensaba mucho, tanto. No pude dejar de pensar, ni siquiera la rodilla desnuda contra el pavimento áspero sirvió para alejar el pensamiento. No pude dejar de sentir.

Y sentí.

La lluvia empieza a sonar a canción de cuna, el frío a abrazo y el trapo, la manguera, el copao, la cerveza y la risa, en el recuerdo, adquieren sabor a beso.